20 dic 2018



En el marco del #ViveySiente, Florencia Abbate presentó “Felices hasta que amanezca”, su última obra, y dialogó acerca de su estilo, motivaciones, símbolos y atmósferas a la hora de escribir
Un mutismo casi absoluto rompe la siesta. Florencia, con una calma característica, empieza a construir a y a unir conceptos que son por demás atractivos. Una forma particular de ver el mundo, la literatura y los acontecimientos, pero desde una cuestión cotidiana. Abbate, nacida en 1976, es escritora, periodista e investigadora. Nacida en Buenos Aires, bajo su pluma conviven varios géneros: la poesía, el ensayo, la novela y el cuento, entro otros. “Teatro todavía escribí”, afirma dibujando una sonrisa.
En su tarea periodística publicó en Página/12, Revista Ñ de Clarín, Cultura del diario Perfil, en revistas como Artefacto y Quimera (España), Surcos en América Latina, El Poeta y su Trabajo, Bazar Americano, El Portero y Día Siete (México).

El boom
Entre tantos trabajos literarios, su gran explosión fue en 2004, cuando publicó “El grito”, con la editorial Emecé.
Dicha obra tiene como anclaje la crisis de 2001. Momentos complicados para el país vistos desde una perspectiva doméstica.
Respecto a esto, Florencia afirma que: “Para mi generación, yo que nací a fines del 76, fue el primer hecho histórico del que fuimos testigos”. “Fue algo muy sorprendente. No se preveía que se fuera producir como un estallido social”. “Esa sorpresa, ese impacto, si la literatura lo puede captar en la vida cotidiana, es importante. Es que es interesante pensar el desconcierto con el que los propios sujetos que habitamos la historia” y de esta manera, la obra literaria se mostró hasta llegar a diversas lecturas, relecturas, análisis y estudios.
Respecto a la construcción narrativa, la autora subraya que “‘El grito’ tiene diferentes voces que van hablando. (Es una obra que) se puede leer de manera individual, pero todos forman parte de lo mismo”. La novela está dividida en cuatro apartados que tienden a dialogar entre ellos.
“Son una unidad en el sentido de que las historias se van entrelazando. Tienen cierta autonomía, porque cada una tiene un principio y un final. En ese sentido (entonces), forman parte de una unidad que está ensamblada”.
El dato de interés en la narrativa es el mérito a la hora de tomar el contexto como espacio. Más adelante se podría tomar de otra perspectiva. Pero en esto la narradora no duda y afirma que continuamente se vive la realidad de una manera subjetiva, “con cierta miopía”.
Un dato no menor es que a dicha obra la reeditó Eduvim en Villa María, La Pollera en Chile y también en México la Universidad de Veracruz.

Una terraza propia
Aprovechando la visualización de su obra y con una perspectiva de género, en 2006, ella publicó una antología con jóvenes narradoras. Bajo el título de “Una terraza propia”, publicada por la Editorial Norma. De este modo, muchas artistas con un trabajo trascendental podían ser puestas al alcance de cada lector.
Respecto a dicha experiencia, no titubea y lo comenta como una anécdota: “Cuando publiqué ‘El Grito’, no había tanta cantidad de escritoras como ahora ni tanta gente joven. Yo era mujer y además joven”, afirma enfáticamente. “Era más difícil publicar. Pero ahora, por suerte, hay una amplia diversidad y ciertas temáticas se visibilizan más”. Respecto a “Una terraza…”, “hice una investigación sobre talleres literarios. Pedí recomendaciones y fui comprando libros de editoriales independientes (que no eran tantas y no había tanta distribución). Tras una investigación, les pedí a las autoras que me mandaran un cuento. Y, para mi sorpresa, había muchos y muy buenos. Dicha antología tiene como 23, cuando la editorial me había planteado la idea de 11.
Dicha labor se destaca también por las diferentes variantes que se muestran y el cambio de atmósfera en cada una “era tan diversa”, dice Abbate, “que demostraba que las mujeres no respondemos a una estética por la cuestión de género”.


El Salvador y Las Maras
Encomendada por la revista argentino-chilena Surcos de América Latina, le tocó viajar a El Salvador. Allí vivió y conoció de cerca el fenómeno de Las Maras. “Yo venía del periodismo cultural, hacía reseñas de libros y decidí ampliarme”, rememora.
Bajo la dirección editorial de Santiago O’Donell, pudo fusionar la escritora con la periodista: “Como escritora, el periodismo me ha enseñado muchas cosas. El periodismo (sic) tiene una confrontación directa con la materialidad del tiempo y tu realidad en cierto espacio temporal”.
“En el tema de relacionarte con otro, se mezcla. Mi mirada de escritora influye en la manera de captar algo y también la realidad. Aprendés a relacionarte con los mundos ajenos y eso te ayuda a habitar el mundo del otro como narradora […]”.

Contexto
Los momentos históricos son un tema recurrente en la obra de Florencia Abbate. El año 2001, como ya nombramos, o el conflicto del campo y la temática de la Ley Audiovisual también se encuentran presentes en su tarea. Es decir, la creadora no puede ser ajena a un contexto. Y sobre eso escribe, sobre el presente que le toca vivir en suerte.
“Siempre existió en la literatura la gente a la que le gusta que su historia flote en un limbo atemporal. Un ejemplo es Borges, que siempre se atrevió a desanclar, o Cortázar, ya vinculado a la realidad de un presente. Un claro ejemplo es ‘Rayuela’. Yo… en ese sentido sería como Cortazariana (sic). Escribo para ese presente contemporáneo con el que estoy dialogando, entonces me gusta escribir sobre experiencias que toquen el mundo”.
La trama entonces puede verse, sin dudas, como un escenario donde los personajes no están flotando, sino que son atravesados por la realidad de los tiempos. “Esos responden a nuestro mundo o, por ejemplo, en ‘Magic Resort’ (2007, novela) hay un viaje a la Franja de Gaza, entonces alude a ese ambiente”.
Los históricos que le atraen o capturan su atención serían, entonces, el principal disparador al momento de enfrentarse al teclado.

El lector
“Tengo amigas que leen, pero no son lectoras voraces. Es importante que si le paso el libro a una de ellas no se aburran y les resulte divertido; para mí, la diversión es importante”, se sincera al momento de mencionar el estilo elegido para cada texto. “Espero que como me divierto se diviertan otros. Apunto a un público cercano que no necesariamente tiene que tener un background. Es una lengua muy coloquial. Se busca la imagen, trabajo mucho con eso”.

La música en los textos
Otro símbolo o recurso que se nota en anaquel de Abbate es la música. Es que en diversos pasajes aparecen canciones o grupos que van a brindar una profundidad o textura al relato. “Por un lado, a mi manera de entender la narrativa”, indica, “la frase tiene que sonar bien. Yo me leo en voz alta. Como son narradores en primera persona, tengo que entrar en el ritmo para escribir. Y tengo una idea muy musical. Un final abrupto, que también se puede pensar musicalmente. Por otro lado, también para caracterizar a los personajes, dar un clima. Quien conoce la canción percibe algo y estás creando un imaginario, una generación y una estética”.

Lo último
“Me han dicho que a los personajes nunca los describo físicamente. No me doy cuenta. Dejo que el lector se lo imagine”, se sincera respecto a la construcción de los protagonistas. En su última obra, “Felices hasta que amanezca”, editada por Emecé-Planeta, se comparten nueve cuentos, mayormente relatados por mujeres, en donde se ven las relaciones humanas y la figura del otro como quien forma parte de dicha construcción. El mismo puede conseguirse en cualquier librería del país y aún continúa cosechando buenas críticas.

Ni Una Menos
En pleno año 2015, más precisamente un 3 de junio, el país se movilizaba persiguiendo una sola consigna: #NiUnaMenos. Florencia también estuvo allí. Es más, fue una pieza importante en cuanto a la realización de dicha movilización, que comenzó como algo pequeño y fue obteniendo una masividad insospechada, pero muy esperada.
Como si fuera ayer, ella aún lo recuerda con un dejo de emoción: “Fue una experiencia de mucho aprendizaje y crecimiento personal. Fue todo muy azaroso: nosotras convocando desde un grupo de 20 escritoras, periodistas, activistas por medio de una página de Facebook”, en lo que era la antesala de un evento que fue conmovedor (se habla de más de 300 mil personas). “Nosotras imaginábamos una convocatoria pequeña y de repente empezaba a llegar materiales de distintas partes del país”. “Traté de estar a la altura de esa situación”.
Al momento de la llegada al acto, en medio de esa enorme marea de gente que se reunía por algo que ya no se podía (ni se puede) sostener, recuerda la colaboración de Erica Rivas, Maitena y Juan Minujín, leyendo el documento. Y más tarde, la aparición de Estela de Carlotto. “Fue increíble”, completa.

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