10 mar 2018

Conocido, sin duda, amado por la “popular”, odiado por la burgesía. Con miles de condimentos y problemas que lo atacaron durante su vida, hoy, “El mono” Gatica sigue siendo uno de los casos más representativos del boxeo nacional. 




Morocho, con una sonrisa grandota: así era “El Mono Gatica”. Un sombrero blanco le dibujaba la cara  y un sobretodo le daba ese aire que tiene tienen los boxeadores exitosos.  Todos sabian sus inicios, pero nadie hubiera imaginado su final.
¿Será que los Boxeadores siempre tienen que sufrir? “No he conocido a ningún Boxeador que haya nacido en cuna de oro, campeón” – nos comenta Gustavo Ballas (campeón supermosca 1981 y primer campeón argentino invicto). 
Nacido en la provincia de San Luis un 25 de mayo de 1925, José María Gatica llegó a los siete años a Buenos Aires dónde él, en medio de la pobreza, trabajó de lustrabotas en plaza Constitución. Ése sería el origen de todo, la piedra angular, los albores del odio que después depositaría sobre la sociedad que lo rechazó. Una anécdota comenta que un día fue a comprar un sandwich y, debido a su fama el vendedor no se lo quiso cobrar. A lo que Gatica le dijo “Cobrámelo ahora, yo soy ese chico que cuando trabajaba de lustrabotas te pidió uno y no le quisiste dar”.   
Con su gente, peleandola cada día, así andaba Jose María. Por aquellos momentos, en medio de los 30’ la crisis era grande, enorme.  Esa crisis económica fue la que llevó a la su familia a pasarla mal y a él tener que cuidar ese trabajo – incluso hasta peleando contra otros trabajadores para defender su puesto-. Y así, de esa Manera, Lázaro Koczi, un comerciante (quien tenía relación con los púgiles)  lo conoció y lo llevó directamente a boxear a un hotel donde se hacían peleas y apuestas a la vez.  Desde ese día, Gatica (que todavía no era”El Mono)  empezó a alternar peleas boxísticas casi callejeras con su oficio de trabajador de la calle. 
De esas peleas pasó a los entrenamientos, a los rings, a los cuidados, a la dedicación. Cuando quiso darse cuenta, con toda la vertiginosidad, ya se encontraba en la tapa de todos los diarios.  
Por su carisma y sus actitudes nunca se había visto un público tan dividido en cuanto a las opiniones por su condición de púgil: algunos lo amaban, otros lo odiaban. Las aguas se dividían y también los deseos de victoria o derrota.  Mucho con esto también tenía que ver su relación directa con el peronismo en algún momento de su carrera – pasó a ser “el boxeador preferido del General”. 
Ambicioso, agresivo, fanfarrón, amado y odiado. La prensa y el Ringside lo apodaban “El mono”  por su aptitud , la popular lo llamaba “El Tigre” ya que gran parte de la comunidad se veía representado por ese hombre que llegó desde muy abajo hasta muy arriba (96 peleas, 86 ganadas, 72 por K.O).. Y sí que llegó alto… tan alto como para que un día Gatica, esté en Estados Unidos – nada más y nada menos que en el Madison Square Garden - acompañado por Juan Domingo Perón en búsqueda de mas victorias.  Una apostilla comenta que cuando Perón fue a saludarlo al pie del Ring, “El mono” le dijo – “General, dos potencias se saludan“.  
Esa pelea, la de EE.UU, fue la marcó la debacle. Dicen que subió al ring, para enfrentarse a Ike Williams, de un modo sobrador, altanero y en un corto lapso terminó besando la lona en tierras del norte. Allí terminó toda su ilusión. 
La historia, las fotos y las cámaras fueron terminando. Un día llegó la Revolución Libertadora y él pasó a estar prohibido. Esto le quitó ingresos y trabajo, y así volvió a la pobreza.  En medio de una villa miseria, con el periodismo burlándose de su situación, Gatica vivió con su segunda mujer y dos hijas, trabajando como podía, dependiendo de la solidaridad. Y allí volvió a aparecer en la tapa de los diarios, sucio, tomando mates sentado en la puerta de su casilla ubicada en medio de la precariedad (¿Había necesidad?).
Aún le faltaba más aún por recorrer en su caída, el odio, el revanchismo, o “El síndrome del Mono Gatica: llegar a la cúspide y empezar a tomarse revancha con la vida” como nos dice Ballas recordando a este boxeador que fue un boom que con el paso de los años se fue perdiendo. 
En algún momento, por allá, por los 50’, Martin Karadagían (creador del popular programa de Tv “Titanes en el Ring”) lo invitó a su programa para que el boxeador fingiera perder con él. Pero Karadagían no contaba con que Gatica iba a defenderse, y por esa cuestión, comentan que Gatica volvió a su casa con una lesión en el tobillo de la que nunca pudo recuperarse. 
Un día, la inundación lo azotó y terminó de perder lo poco que le quedaba; ya poco quedaba de aquellos días exitosos en los que él pregonaba y repetía que “¡Si Gatica tiene, todos tienen!”. 
Un 12 de noviembre de 1963, con 38 jóvenes años, a la salida de la cancha de Independiente, dónde había ido a vender muñequitos de colores, fue atropellado por un colectivo, razón por la cual  falleció dos días después. 
“La única miseria que vivió mi hermano fue la consecuencia de su desesperado afán por querer vivir la vida” dijo Jesus Gatica en el velorio, dónde era despedido al costado de una corona de flores comprada en una colecta de hombres y mujeres que decía: “El pueblo a sú ídolo”. 

* Marche en esta crónica un agradecimiento a Gustavo Ballas, campeón mundial supermosca, por la información, la documentación y su gentileza para brindarnos información documentada

*Publicado en Semanario El Regional Villa María / Foto: TN.com.ar 

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