7 nov 2017





Carmona hoy está entre nosotros. Hace años atrás había sido condenado a prisión perpetua pero hace cuatro años la justicia de la Provincia del Chaco decidió darle el beneficio de salidas transitorias cada cuatro meses ¿Cómo es la historia del hombre que fijó la vista de todos en nuestra provincia?

El 24 de julio de 2014 los la televisión, la radio y el diario hablaban de lo mismo: Roberto José Carmona recuperaba su libertad.
El criminal más peligroso de Córdoba había cumplido 28 años tras las rejas – desfilando por distintos penales – y volvía a ver la luz del día desde afuera.  La justicia del Chaco había decidido darle el beneficio de las salidas transitorias cada cuatro meses durante tres días.

Los Hechos

Roberto Carmona fue condenado en agosto de 1988 a prisión perpetua por el crimen de Gabriela Ceppi, una joven de 16 años; tras haberla asistido a ella y a un grupo de amigos a la vera de la ruta.
Es que el 15 de enero, pleno verano de 1986, éste señor tenía 23 años de edad y aprovechndo un desperfecto en el auto en el que viajaban Gabriela y dos amigos, terminó convenciendo a la chica de subir a su auto. Apuntándola con una escopeta, según narra cba24n.com.ar “primero la violó. Inmediatamente después la hizo arrodillar y le disparó en la nuca. La adolescente apareció muerta en un descampado próximo a la localidad de Toledo” y sus amigos lograron escapar. En tanto, éstos jovenes que acompañaban a la joven recordaban como seña particular un tatuaje en la piel del homicida: una marca de tinta con la palabra “Rambo”.
Días después, finalmente Carmona fue atrapado en Buenos Aires, momentos en los que unos turistas afirmaban que alguien los asaltó y que pudieron ver que persona tenía un tatuaje idéntico al mencinado por los jovenes cordobeses. Fue atrapado y detenido.
Fue condenado a prisión perpetua por dicho crimen y la mayoría del tiempo estuvo aislado ya que significaba de gran peligrosidad para los otros internos. Claro, porque la historia no terminó ahí.

Estando en prisión también fue condenado por distintos crímenes. En diciembre de 1994 fue acusado de haber matado con un arma blanca a otro interno: Héctor Bolea. Por éste hecho fue acreedor de 16 años más de prisión y declaración de reincidencia (la cuarta en su historial ya que contaba con algunas causas anteriores).
Otra historia escondida dentro de los pasillos de las cárceles (en este caso la San Martín en Córdoba, que está próxima a demolerse) es que luego de una pelea con un interno, Roberto tuvo la tenaz idea de derretir caramelos de dulce de leche en un sartén y arrojarlos en el rostro de aquel que lo había desafiado. Una descarnada actitud que acrecentó más el mito y el temor popular. Cuestiones de Violencia extrema y agresividad que le generaron el desfile por diferentes recintos nacionales.
En tanto, en 1997, ya siendo trasladado a Resitencia, Chaco, dentro del pabellón de máxima seguridad – mientras estaban en el recreo – mató a Demetrio Pérez Araujo. Muchos confirman que él hizo -con un palo de escoba- una lanza con la que terminaría asesinando a Pérez. Por éste crímen fue condenado también a prisión perpetua.
Por estas mismas cuestiones y casos, Carmona pasó a ser una figura principal y recurrente en los medios de comunicación a nivel nacional. Las personas en la calle no hablaban de otra cosa. ¿Y cómo iban a no hablar de algo tan aberrante?

Mucho se habló y ríos de tinta corrieron en manos de diversos periodistas y escritores. Llegaron a relacionarlo con defender a Angeloz en un crímen, otros hablaban de que recibía cartas a los diferentes penales dónde estaba. Incluvise, algunos afirmaban que él recibía gran número de visitas de mujeres que querían verlo como si fuera un rockstar.
Lo cierto es que Carmona más tarde desmentiría todo eso y, al momento de hablar con la prensa, no sólo afirmó que muchas historias eran falsas sino que denunció que el trato con sus pares en los pabellones era cruel e ingrato (también apunto a los empleados del servicio penitenciario).

El momento de recuperar la libertad

Hace un par de años atrás, el conocido periodista Gonio Ferrari tuvo un par de encuentros que luego transcribiría en un libro titúlado “Yo, Carmona”.
Al momento de consultarle por la hora o la chance de que él pudiera ver la cárcel desde afuera, Carmona (quien pasó la mayor parte de su vida encerrado en cárceles e institutos de menores) afirmó :
“[…]Yo no podría ser objetivo respecto a la materialización de la libertad, es más, creo que me muero del susto el día que me digan 'bueno, macho, andá a donde vas a carecer de alimentos,  los vas a tener que buscar', es muy difícil para mí, hay veces que pienso y tiemblo ante la posibilidad de la libertad”.

La realidad es que los días y los años pasaron. Y mientras el reo pasaba sus horas arreglando relojes – oficio que aprendió de otro interno – finalmente llegó el momento dónde pudiera volver a caminar las calles con la luz del sol golpeándole en su rostro y la mirada de cientos de personas que se inquietan al momento de reconocerlo y recordar las viejas páginas de los matutinos de cada punto cardinal de la Argentina de aquel 16 de Enero de 1988 cuando la radio, el diario y la televisión hablaban de lo mismo.


Daniel Rodriguez

0 COMENTARIOS DE LA VAGANCIA :

De viejas tempestades

REDES

  • LAS MÁS VISTAS