7 nov 2017


Juliana Haedo es estudiante de la licenciatura de Lengua y Literatura en la UNVM. Hace pocos meses presentó su primer poemario “Pasadizos de laberinto”. Conocélo. 



Son las cinco de la tarde y Juliana, vestida con remera negra y accesorios del mismo tono, asegura que su obra “es el espacio que encontró para unir diferentes pensamientos y deseos en una sola obra”; iniciando una charla que va a recorrer diferentes puntos de su reciente libro que van yuxtaponiéndose entre ellos.  
“En la obra uno puede encontrar los cuatro elementos (Aire, fuego, tierra y mar) además del diferentes símbolos como los pasillos, el ahogo y el encierro” afirma Juliana, pensante, mientras bebe el primer sorbo de café. 
Es que Pasadizos de laberinto reúne una gran cantidad de poemas (112) que la joven escritora fue reuniendo desde el año 2010 hasta el 2016. “En un momento determinado me dije ¿Qué hago ahora con todo esto? Y ahí decidí publicarlo”.
Enzamblado en la nueva literatura , con algunos mojones de Pizarnik, con algo de Dovstoievski - y con marcadas críticas sociales en alguna ocasión - el libro recorre la oscuridad y la escala de grises “pero hay también luces” asegura. “Es una unión de luces y sombras”. 
El laberinto viene a ser como el espacio mental que ocupa el Yo Lírico en dónde a cada paso – o a cada poema – busca la salida. A saber: 

Déjame vivir mi experiencia a mi modo / equivocarme sí me toca superarme así./ déjame seguir a mis guías, / oir mi voz en el silencio y/ encontrar aunque sea en mí.../ un poco de amor.   (Déjame – Página 64 – Pasadizos de Laberinto)

Editado por El Mensú, la placa encuentra un espacio de reflexión propio de la persona que lo escribe. El trabajo literario que libera tensiones es el que realmente prima, además del deseo de compartir dichas cuestiones y poder exponer los sentimientos y anhelos con los que el humano puede convivir (y hasta reconocerlos). Respecto a esto, Haedo asegura que dicha creación “fue con el deseo de conocerme a mí misma, me sirivió para encontrarme”. Pudiéndose así, a través de la obra, encontrarse con partes hasta ahora desconocidas en su interior.  
 Respecto a su labor, la autora comenta que ya hace tiempo tenía diversos encuentros con la literatura como una forma de catarsis: “Hace mucho tiempo yo había empezado a escribir en un blog para no extravíar los textos y algunos de ellos fueron los elegidos para también sumarse a este proyecto”. Pero eso no era todo, ya que el material universitario y las nuevas puertas que se abrieron también sirvieron para poder apelar a diversas cuestiones sociales como la desigualdad, poder generar una crítica de la estructura del sistema y la idea de “no aceptar” determinadas cosas impuestas por la sociedad (“el libre albeldrío”).
 “La poesía a veces fue una necesidad, otra una voluntad” comenta respondiendo a la pregunta acerca de su manera de llevar adelante el período de creación. Ya que en algunos momentos, bajo tensiones, decidía escribir para descargarse; en tanto en otros lo hacía por una cuestión misma del placer literario. 
El arte de tapa fue creado por Marisael Haedo (su hermana) la cual puede representar de manera concreta lo que la poeta intenta dibujar a cada letra, a cada frase y a cada palabra.  Con respecto al título del ejemplar, la escritora afirma que una noche se despertó luego de un sueño, el cual le afirmó qué nombre debería llevar la obra que ella estaba elaborando. De esa manera, y en medio de la somnolencia (“con lo poco que pude recordar” dice riéndo) rescató ese nombre que ahora se imprime y se impone en su obra. Aunque, vale la pena decirlo, luego éste nombre terminó adaptándose a la metáfora de la vida en la que los pasadizos son las etapas, hechos claves, influencias que ella misma se ha ido encontrando y transitando. “Un laberinto como un partir naciendo y un acabar muriendo” 
Las diferentes poesías que ocupan el volumen (todas tituladas) poseen un lenguaje simple y accesible: “Todos podrán enteder de que hablo o interpretárlos a su modo”.  En tanto, también prima la descripción, la ennumeración y el sentimiento constante del encierro. En otros pasajes, la búsqueda del equilibrio, la tristeza por el abondono y una cuestión descriptiva (digna de la poesía contemporánea) van desenredando página a página una obra en dónde todo parece enlutarse pero no. “Hay una luz” afirma Juliana, pero también “hay que asumir la sombra como parte de uno” sentencia finalmente.

Pasadizos de laberinto puede conseguirse a través del contacto con la autora o con la editorial El mensú. 


* Publicado en El Diario del Centro del País 

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