26 abr 2017

Un día más que no es un día más. Algunos deciden comentar cuando se acerca su “cumple”, otros prefieren callar y vivir la fecha en soledad. Te contamos como se vive y se siente un momento de alegría en medio de los grises de las celdas.


Son las seis de la mañana y ya el guardia abre la puerta de la celda: ya Fernando* puede salir al pabellón. Pero hoy no es un día más: es su cumpleaños. Es una fecha difícil de pasar y de vivir entre las cuatro paredes que lo rodean (o bien, entre el sórdido silencio de pasadas las 12, los primeros minutos).
Fernando hacía un tiempo venía conversando y contando que se acercaba su cumpleaños número veinticinco y por esta misma razón un compañero decidió invitarlo a almorar con él. Eso le alegró el día. En el caso de algunos internos, a no sentirlo un lugar propio, ni sentir como amigos a los demás, deciden no comentar nada y pasarlo en silencio, sin que nadie lo sepa; sienten que no hay nada que celebrar.
A la hora del almuerzo (o cena) en la cárcel de Villa María - dónde estuvo Fernando-  no hay un comedor común y compartido, si no que reciben la comida en el pabellón y - si ellos quieren - pueden agregarle algo más de sus pertenencias propias (si es que tienen, también). "Cuando nos dan algunos guisos o platos determinados se puede ir al freezer que tiene en común todo el pabellón y tomar alguna cosa para agregarle" me comenta Fernando.  Otra elección es si comer afuera del pabellón, o bien dentro de la celda propia.
Durante los cumpleaños (y más si no es día de visitas) la familia es muy lejana; por cuestiones obvias no hay forma de comunicación.Lo que se puede "disfrutar", en todo caso, es del saludo de compañeros, recibir el clásico "capotón" amistoso de los demás, pero luego - inevitablemente- se ven pasar las horas mientras el sol comienza a caer de nuevo.  "La parte complicada es estar lejos de tus afectos, por eso es un día más" asegura.
Lejos están las canciones de la familia, las velas, la torta y las visitas a cualquier hora. Lejos están las redes sociales y el ida y vuelta con cada pariente que no se encuentra cerca ya que todos están lejanos.
Con respecto a los regalos, también es una cuestión muy particular. Siempre es preferible algo comestible, ya que no se pueden ingresas cosas que puedan complicar la vida de los internos. La diversión, inclusive, también debe tener una cuota de ingenio. Los juegos de azar - cartas, dados - están prohibidos, ya que por medio de ellos podrían generarse apuestas y esto desatar problemas estre los compañeros.
En definitiva, en un cumpleaños se puede elegir entre mirar televisión - si es que permiten que elijas el canal y no hay problema alguno -  o ver pasar las horas con los quehaceres cotidianos o las tareas asignadas para ese día. Pasarlo, como un día más. viendo las mismas caras, la misma pared y concluirlo a la medianoche escuchando el mismo sonido de todas: el guardia cerrando el candado de la celda - a la inversa del inicio de esta crónica-.
Así de simple. Así de crudo.


* El nombre fue alterado. 
* Publicado en Abril en "El Observador" Monte Maíz, El Regional, Villa María. 





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