Oscar
Natalio Ringo Bonavena; un ídolo popular que cruzó el deporte
-
No señora, no soy Ringo Star; Soy Oscar.
Algo
así dijo o debe haber dicho sin saber que a partir de ese momento, Bonavena
estaba obteniendo el apodo que lo llevaría a la inmortalidad.
Un
22 de mayo del 76, Oscar “Ringo” Bonavena moría de un disparo en el corazón
luego de haber caminado los senderos más complicados del boxeo argentino.
Dueño
de una lengua filosa y de un espíritu demasiado inquieto, el boxeador porteño
oriundo de Parque Patricios, llegó a pelear hasta con Muhamad Alí. Perdió – por
KOT en el asalto número 15-, pero eso no quita que dicha pelea se hiciera
gracias a su continua actitud desafiante. “Chiken,
chiken” le decía Ringo a Alí (quien por aquellos momentos todavía era
llamado Clasiuss Clay porque no se había convertido al Islam).
-
¿Vas
a ganarle a Clay(Muhammad Alli)?
-
No
me preguntés eso, pregúntame en que Round
(NdeR: El “chiken” - “gallina en inglés”- no era por tener miedo
en la pelea, si no por no haber ido a pelear a Vietnam en el momento que fue
convocado por el ejército).
Con
él, también empezó la mediatización de los boxeadores. Sus canciones (El famoso
“pio pío”), los habanos ocupando gran parte de su boca y las notas
conjuntamente a los domingos de ravioles con doña Dominga, su madre, la primera mamá de deportista famosa. Todo eso
también era Ringo Bonavena, un personaje mediático que amaba ocupar la pantalla
chica. Dueño de una voz chillona y una rebeldía constante – la que luego le
costaría la vida-.
Hincha
de Huracán, club donde comenzó su carrera boxística, él inicio su carrera
profesional en Estados Unidos, dónde cosechó gran parte de su palmarés (casi 60
peleas ganadas y sólo 9 perdidas).
Un
dato interesante que tiene como epicentro la ciudad de Córdoba es que, en la
docta, Bonavena “reventó” el Cordoba Sport con un combate que le ganó Felipe
Marich por abandono en el sexto round. Además, según cuenta Gustavo Farías paraMundo D, de llevarse una gran
recaudación en entradas, también lo hizo con su entrenamiento, dónde cobraba $50
para que lo vean prepararse.
Su
vida, luego de las sesenta peleas ganadas, ya era un éxito, ya había llegado a
lo más alto; pero quería más. Horacio Pagani, periodista de Clarín, cuenta en
la edición del 22/05/2016 : “Volvió a Estados Unidos. José Montano, un promotor
portorriqueño, lo contrató en febrero de 1976. Y luego le vendió ese contrato a
Joe Conforte, un siciliano, mafioso, dueño de un prostíbulo -Mustang Ranch- que
había estado preso. Se metió en ese ambiente pesado. Se casó con Daisy, una de
las pupilas del Mustang, para conseguir la residencia. Pero Conforte, que no
podía firmar documentos, se lo cedió a Sally, su ex esposa -todavía socia-, y
comenzó la extraña relación con esa mujer de 65 años discapacitada de una
pierna.
Daisy
había sido pareja de Ross Brymer, un corpulento guardaespaldas de Conforte. Y
se desataron los conflictos. Tras una discusión noqueó a Brymer. Le incendiaron
el trailer en el que vivía, con los documentos. Conforte le había prohibido la
entrada al burdel. Pero él quiso entrar igual a las 6 de aquel 22 de mayo de
1976. Desde una garita Brymer le disparó con una escopeta. Le dio en el
corazón.”
Desde
aquel día, y desde aquellos suculentos días de los 70’, la vida social de los boxeadores no fue la
misma y la previa de las peleas no fue igual.
0 COMENTARIOS DE LA VAGANCIA :
Publicar un comentario