22 may 2016

Oscar Natalio Ringo Bonavena; un ídolo popular que cruzó el deporte

  
-          No señora, no soy Ringo Star;  Soy Oscar.
Algo así dijo o debe haber dicho sin saber que a partir de ese momento, Bonavena estaba obteniendo el apodo que lo llevaría a la inmortalidad.
Un 22 de mayo del 76, Oscar “Ringo” Bonavena moría de un disparo en el corazón luego de haber caminado los senderos más complicados del boxeo argentino.
Dueño de una lengua filosa y de un espíritu demasiado inquieto, el boxeador porteño oriundo de Parque Patricios, llegó a pelear hasta con Muhamad Alí. Perdió – por KOT en el asalto número 15-, pero eso no quita que dicha pelea se hiciera gracias a su continua actitud desafiante. “Chiken, chiken” le decía Ringo a Alí (quien por aquellos momentos todavía era llamado Clasiuss Clay porque no se había convertido al Islam).

-          ¿Vas a ganarle a Clay(Muhammad Alli)?
-          No me preguntés eso, pregúntame en que Round


(NdeR: El “chiken”  - “gallina en inglés”- no era por tener miedo en la pelea, si no por no haber ido a pelear a Vietnam en el momento que fue convocado por el ejército).

Con él, también empezó la mediatización de los boxeadores. Sus canciones (El famoso “pio pío”), los habanos ocupando gran parte de su boca y las notas conjuntamente a los domingos de ravioles con doña Dominga, su madre, la primera mamá de deportista famosa. Todo eso también era Ringo Bonavena, un personaje mediático que amaba ocupar la pantalla chica. Dueño de una voz chillona y una rebeldía constante – la que luego le costaría la vida-.
Hincha de Huracán, club donde comenzó su carrera boxística, él inicio su carrera profesional en Estados Unidos, dónde cosechó gran parte de su palmarés (casi 60 peleas ganadas y sólo 9 perdidas).  
Un dato interesante que tiene como epicentro la ciudad de Córdoba es que, en la docta, Bonavena “reventó” el Cordoba Sport con un combate que le ganó Felipe Marich por abandono en el sexto round. Además, según cuenta Gustavo Farías paraMundo D, de llevarse una gran recaudación en entradas, también lo hizo con su entrenamiento, dónde cobraba $50 para que lo vean prepararse.  
Su vida, luego de las sesenta peleas ganadas, ya era un éxito, ya había llegado a lo más alto; pero quería más. Horacio Pagani, periodista de Clarín, cuenta en la edición del 22/05/2016 : “Volvió a Estados Unidos. José Montano, un promotor portorriqueño, lo contrató en febrero de 1976. Y luego le vendió ese contrato a Joe Conforte, un siciliano, mafioso, dueño de un prostíbulo -Mustang Ranch- que había estado preso. Se metió en ese ambiente pesado. Se casó con Daisy, una de las pupilas del Mustang, para conseguir la residencia. Pero Conforte, que no podía firmar documentos, se lo cedió a Sally, su ex esposa -todavía socia-, y comenzó la extraña relación con esa mujer de 65 años discapacitada de una pierna.
Daisy había sido pareja de Ross Brymer, un corpulento guardaespaldas de Conforte. Y se desataron los conflictos. Tras una discusión noqueó a Brymer. Le incendiaron el trailer en el que vivía, con los documentos. Conforte le había prohibido la entrada al burdel. Pero él quiso entrar igual a las 6 de aquel 22 de mayo de 1976. Desde una garita Brymer le disparó con una escopeta. Le dio en el corazón.”


Desde aquel día, y desde aquellos suculentos días de los  70’, la vida social de los boxeadores no fue la misma y la previa de las peleas no fue igual.



0 COMENTARIOS DE LA VAGANCIA :

De viejas tempestades

REDES

  • LAS MÁS VISTAS