6 jul 2014



¿Qué tienen en común Barack Obama, Mujica, Merkel, Cristina Kirchner, Scioli y su esposa, Pino Solanas, Hermes Binner, Mauricio Macri, Julio Cobos, Gerónimo Vanegas, Daniel Filmus, Eduardo Dhualde, Gabriel Mariotto, Ricardo Lorenzetti,  Los sindicalistas Armando Cavalieri, Pablo Moyano, Darío Gustozzi, Marcelo Tinelli, Carlos Tevez, Daniel Angelici, Luis Ventura, Valeria Massa e  Isabel II?  Exactamente, todos tienen fotos con Francisco I. 
Podríamos seguir enumerando y juntando la biblia con el calefón a lo largo de un par de líneas más pero nos detenemos aquí ( de igual modo, en treínta días la lista va a seguir sumando personajes).  Lo cierto es que desde que Bergoglio pasó a ser el sumo pontífice muchos han sido los que viajaron y recorrieron miles de kilómetros para obtener una fotografía con él y un recuerdo que presumir y mostrar a la sociedad completa.
Obviamente, la instantánea es de un fuerte impacto para  el que la ve, ya que él (Francisco I) es un símbolo de poder muy importante a nivel mundial.
Pero, ahora ¿Cuánto valor tiene esa imagen?  Para muchos se convierte en un aval o en un ícono importante a la hora de pensar y fijar posiciones políticas, por eso es que todos huyen rumbo al vaticano en busca de aquella migaja que los acerque un poco mas al reconocimiento colectivo.  Aparentemente  con una imagen, la empatía de dicho sector social se puede voltear hacia un margen predeterminado sólo por una cuestión tan pequeña como el “click” de una cámara.
Es importante tener en cuenta los distintos matices que tiene la lista anteriormente nombrada. Al tener tantos personajes una foto con el papa, ésta se va devaluando ya que no se convierte en lo más deseado ni en un logro único e inconseguible – va perdiendo esa “magia divina”-.  Lo cierto es que tal como le dijo a los medios de comunicación el padre Pepe Di Paola, un conocido cura villero que está al frente del Hogar de Cristo, “Si son muchas las fotos, el resultado es igual a cero”.  
De más está decir que, en el mundo político, a muchos les interesa codearse, saludar o que un emblema del poder los conozca. De esta manera lo que intentan hacer es trepar un par de escalones en la reñida carrera que se está desatando con miras a un dosmilquince que será un año electoral.  Algunos quemarán sus cartuchos antes, otros después.
Aún, el que no tiene una foto con el Papa, sorpresivamente, es Massa, uno de los mayores candidatos que ha aprovechado de todas las maneras posibles los medios de comunicación para exponer sus opiniones. En una nota muy reciente, el intendente de Tigre dijo que por el momento no lo visitaría (es decir, no le daría uso a esa herramienta politica que muchos han utilizado con anticipación) además de anunciar que luego del mundial lanzaría su campaña.  
Es indiscutible que esta nueva etapa política, social y religiosa ha movido muchas piezas del tablero.  Desde los medios de comunicación la demonización hacia la iglesia ha descendido y aparentemente no existe ninguna crítica posible. Por ahora, son todas rosas y sonrisas.
Lo cierto es que desde que Jorge Mario Bergoglio pasó a ser Francisco I no se ha generado ninguna polémica. Esa razón misma, envuelve a todo en una paz, tranquilidad y benevolencia digna de envidiar y anhelar.
Queda mucha ruta por delante y falta muchísimo todavía para empezar a ver los spots presidenciables una y otra vez por la televisión. Lo que nos queda, como el pueblo espectador que somos, es esperar de este lado del vidrio – o de la página-.
Cuando se empiecen a tratar temas tajantes y cuando la iglesia, como máxima institucion, comience a emitir su voz y su voto con respecto a los temas que confluyen e impactan de manera contundente en la sociedad ¿En qué parte del escritorio estarán las fotos? ¿En un portaretrato o en un cajón?


Daniel Rodriguez.  





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