12 ene 2014


Camús es un escritor de la filosofía del absurdo por excelencia. Existen obras como "La Peste", "El extranjero" o "El mito de Sisifo", que realmente tienen una atmósfera elaborada, lo cual vuelve amena la lectura y en cada página un anzuelo te arrastra hasta la siguiente. Así no pasa en la caída, donde por momentos se vuelve redundante. 

Lo cierto es que en "La caída" se presenta la contradicción constante del humano, existencial y absurdo como cada párrafo de este excelente escritor. 
En la historia se presenta a Jean-Baptiste un hombre que dice ser un Juez-Penitente. Con el paso de los renglones, este hombre se va autodefiniendo y rebajando poco a poco su status quo en el estrato social que ocupa. 
Toda la novela se muestra como un gran texto argumentativo-expositivo que lleva como narrador al personaje. Lo que vuelve por momentos tediosa la lectura y genera un poco de distracción en el lector, pero finalmente se vuelve amena, por momentos. 
La traición a uno mismo, el intento de que Jean-Baptiste sea el lector, se demuestra en cada página. Donde evocando la caída o suicidio de una muchacha en las aguas del Sena, desatan el mea culpa del personaje que va enumerando una a una sus virtudes (al inicio) como también sus miserias (al final). 


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De viejas tempestades

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